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El primer PC de la historia llegó a las tiendas el 12 de agosto de 1981. Apple, Commodore, y en menor medida Tandy y Atari, estaban cosechando un éxito enorme con sus ordenadores personales. A principios de los 80 IBM era la corporación de informática más grande del planeta, pero todos sus equipos estaban diseñados para las empresas. Su precio los colocaba absolutamente fuera del alcance de los aficionados a la informática.
Durante la recta final de los 70 sus ejecutivos menospreciaron el potencial de crecimiento de un mercado, el de los ordenadores personales, que en 1979 facturó nada menos que 15 000 millones de dólares. En aquella época las decisiones en IBM las tomaba John Opel, y cuando descubrió que los analistas habían proyectado que el mercado de las máquinas personales crecería un 40% al año se dio cuenta de que estaban dejando escapar un tren que no podían permitirse perder.
Opel necesitaba poner al mando de aquel proyecto a un hombre de su confianza, y el elegido fue William C. Lowe, un ingeniero veterano que había demostrado una valía indiscutible en todos los cargos por los que había pasado en la compañía. Lowe era físico de formación, pero se incorporó a IBM para ejercer como ingeniero de pruebas. Tenía buen ojo para identificar los desafíos tecnológicos, y no tardó en darse cuenta de que no podría tener listo un ordenador personal en el plazo que Opel le había exigido.
Lowe propuso a los ejecutivos de IBM la compra de un fabricante de ordenadores personales, preferiblemente Atari, para tomar su base tecnológica como punto de partida, pero su iniciativa no fructificó. Aquel ordenador personal debía ser desarrollado dentro de la propia IBM. Sin embargo, en cierto modo consiguió salirse con la suya al convencer a sus jefes de que para tener preparado su ordenador personal en poco tiempo debían apostar por una arquitectura abierta que se erigiese sobre un hardware y un software no propietarios.
Lowe puso en marcha el proyecto con un pequeño grupo de ingenieros (pequeño para los estándares que manejaba IBM en aquella época). Su objetivo era utilizar componentes de hardware que fuesen lo más económicos posible, y, sobre todo, que pudiesen ser reemplazados fácilmente por las tiendas para que los ordenadores que requerían una reparación no tuviesen que ser enviados de vuelta a IBM. Aquella estrategia de producto era radicalmente diferente a todo lo que habían hecho hasta ese momento.
Lo que comenzó como un grupo relativamente pequeño de técnicos pronto se transformó en toda una nueva división dentro de IBM con los recursos necesarios a su disposición para llevar a buen puerto este proyecto. En apenas un año Lowe y su equipo tenían listo un prototipo. Sabían que el componente más crítico de todos era la CPU, que no solo debía ser potente; también tenía que ser barata y estar disponible en grandes cantidades.
El microprocesador que más gustaba a Lowe y su equipo era el Motorola 68000, el mismo que unos años más tarde utilizarían los aún muy apreciados Amiga 500 de Commodore y Atari ST, entre otras máquinas personales. Sin embargo, a principios de los 80 Motorola no podía garantizar a IBM el suministro de su chip en las cantidades que esta última compañía barajaba. Después de sopesar varias alternativas, Lowe y sus acólitos se decantaron por el procesador 8088 de Intel, que trabajaba a 4,77 MHz.
Había opciones más potentes, como el 8086 de la propia Intel, pero aquella CPU era más económica, y, además, estaba disponible en las grandes cantidades que Lowe y los suyos tenían en mente. Otra baza del 8088 consistía en que su bus de datos de 8 bits permitía abaratar otros subsistemas del PC, lo que sin duda tendría un impacto beneficioso en el precio final de su ordenador personal.
Aquel chip trabajaría codo con codo con un mapa de memoria principal de 16 kbytes en la versión más económica del PC 5150, pero sería posible ampliarla hasta los 256 kbytes con relativa facilidad. Una vez que tuvieron claro que el 8088 era el procesador que buscaban, los ingenieros de IBM pusieron a punto la placa base de su ordenador personal en solo 40 días. Y cuatro meses después ya tenían listo un prototipo completamente funcional.
El diseño industrial del ordenador no fue un problema porque IBM tenía los recursos necesarios para resolverlo sin contemplaciones. Y los demás elementos del equipo, tampoco. El PC 5150 llegaría acompañado por un monitor diseñado por la filial japonesa de IBM que ya estaba disponible, y la impresora se la proporcionaría Epson. Todo lo demás, cualquier otro componente, procedería del hardware que ya estaba disponible en el mercado. No incorporaría ningún elemento hecho a la medida.
La versión más sencilla del PC 5150, la que incorporaba 16 kbytes de memoria principal y gráficos en color, pero carecía de unidades de disco, llegó a las tiendas con un precio de 1565 dólares, una cantidad que equivale aproximadamente a 4500 dólares de hoy en día (unos 3832 euros). Era una pequeña fortuna, pero, aun así, este era el ordenador más barato que tenía IBM, y su coste lo colocaba en la misma liga en la que competían sus principales rivales, entre los que destacaba el exitosísimo Apple II.
No obstante, ese precio tan «comedido» no fue posible únicamente gracias al relativamente modesto hardware del PC 5150; su sistema operativo también contribuyó. En julio de 1980 unos jovencísimos Bill Gates y Paul Allen se presentaron en las oficinas de IBM con la promesa de tener listo un sistema operativo perfecto para el ordenador personal en el que sabían que esa gran corporación estaba trabajando. Microsoft ya había vendido más de medio millón de copias de su programa de Basic, lo que provocó que los ejecutivos de IBM decidiesen sentarse con ellos para escuchar su propuesta.
En realidad, Microsoft no tenía aquel software, pero Bill Gates sabía dónde podía conseguirlo. Esta historia la conocemos todos, así que pasaremos por ella de puntillas. Tim Paterson, un programador de Seattle, había escrito el código de QDOS, un sistema operativo de intérprete de comandos para el microprocesador 8086 de Intel que tomaba como fuente de inspiración CP/M. Poco después Paterson decidió cambiarlo de nombre, y lo bautizó como 86-DOS.
Microsoft vendió 86-DOS a IBM por 430 000 dólares, pero su mayor acierto fue mantener la propiedad de su sistema operativo
Gates y Allen compraron a Paterson su sistema operativo por una cifra que oscila entre los 50 000 y los 75 000 dólares, y pidieron a Bob O’Rear, uno de los primeros empleados de Microsoft, que lo adaptase con la ayuda del propio Paterson para que encajase con lo que les pedía IBM. Microsoft recibió de esta última 430 000 dólares por su software, pero el mayor acierto de Gates y Allen fue convencer a IBM de que Microsoft debía mantener la propiedad de su sistema operativo para podérselo licenciar a otros fabricantes de ordenadores personales, percibiendo por ello una cantidad para cada copia instalada.
El PC 5150 de IBM fue un exitazo. En pocos meses ya había vendido varios cientos de miles de unidades, todas ellas acompañadas por los disquetes del sistema operativo de Microsoft. Además, su arquitectura abierta, sobre la que IBM no tenía derechos de patente, animó a muchos otros fabricantes de ordenadores personales a comercializar sus propios equipos compatibles con el PC de IBM. Estos ordenadores eran relativamente económicos, y también empleaban el sistema operativo de Microsoft.
Para IBM su entrada en el mercado de los ordenadores personales fue muy provechosa, pero la empresa que despegó desde un punto de vista económico gracias al beneficioso acuerdo al que llegó con esta última fue Microsoft. Decenas de fabricantes decidieron lanzar sus propios ordenadores personales compatibles con el PC de IBM, desencadenando la consolidación de una plataforma, la que hoy conocemos sencillamente como PC, que no tardó en imponerse a sus competidores y aglutinar en su regazo la mayor parte del mercado. El resto es historia.
Imágenes | Rama & Musée Bolo | Marcin Wichary
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