Título original: Rocko’s Modern Life: Static Cling (TV).

País: Estados Unidos.

Dirección: Joe Murray, Cosmo Segurson.

Guión: Joe Murray, Dan Becker, Tom Smith, Cosmo Segurson (Historia: Mr. Lawrence, Joe Murray, Martin Olson).

Música: Pat Irwin, Jim Williams.

Reparto: Animation.

Productora: Joe Murray Productions Inc/Nickelodeon Animation Studios. Distribuida por Netflix.

Género: Animación. Comedia | Secuela. Telefilm. Mediometraje.

Año: 2018.

Desde su anuncio en la Comic Con de 2017, enloquecimos. Las expectativas para este especial eran demasiado altas. Y dos años después, ¡al fin tenemos esta joyita de culto de vuelta! En los últimos años, Nickelodeon ha explotado una nostalgia por su old school de una forma impresionante, con merchandising, coleccionables, muestras de arte y repeticiones de sus viejos nicktoons en televisión. Nick no abandonó los shows clásicos que hicieron que el canal despegara y se posicionara como uno de los más importantes. Les ha dado su propio espacio y eso es gracias a la gran fanbase que creció con todos estos shows, y que ahora tiene el poder adquisitivo para consumir y comprar cosas que le traen un poco de nostalgia a su vida diaria. Nick se ha dado cuenta de la gran importancia de sus nicktoons noventeros. Tal vez algo tarde, pero lo hizo, y eso lo agradecemos. Tanto así, que tres de esos nicktoons fueron seleccionados para regresar a la pantalla chica una vez más. No como reboot o revival, sino en formato de película para televisión. Tres series que se han convertido en caricaturas de culto y que fueron pilares fundamentales para Nickelodeon: Hey Arnold, Invasor Zim y Rocko’s Modern Life.

A pesar del éxito de la película de Hey Arnold, y del hype que provocaban las siguientes de Rocko e Invasor Zim, Nickelodeon decidió retrasar la producción de estas últimas dos. ¿Por qué? Ya no es esa cadena televisiva irreverente que solía ser en los 90. Ahora en lugar de promover una ideología de revolución infantil, promueve un estilo que va siguiendo tendencias de moda en lugar de imponerse ante esas mismas tendencias. Nick ahora es más temeroso con lo que crea, produce y vende. Por miedo a salir de esas tendencias, Nickelodeon no llega a emitir varios de sus contenidos producidos que podrían seguir con el espíritu del canal. Nick se enfoca más en emitir lo que creen que está de moda, y enlata y desecha lo que puede significar un riesgo para su estilo actual. Y también se enfoca demasiado en su contenido preescolar: es el contenido más exitoso que tiene ahora y lo toman como una prioridad principal. De allí seguirían los live actions y la animación… meh. Con esa expresión alcanza y sobra para dar a entender el lugar que le estuvieron dando.

Ahora bien, analicemos el factor Netflix. Una alianza con ellos le dió a Nickelodeon la oportunidad de emitir todo su contenido enlatado y presentarlo a las multitudes. Netflix no te vende una ideología como si fuese un canal de televisión, sino que te da muchas opciones para ver lo que querés ver. Y eso le sirve mucho a producciones que ya no quieren depender de un canal de televisión. De no ser por Netflix, Cambio De Chip y El Poder del florpus no llegarían a emitirse nunca en televisión y se hubieran ido directo a dvd, sin pena ni gloria. La irreverencia que manejan ambas franquicias es tanta que ya no va con los estándares de Nickelodeon actuales. Arnold es divertido y relajado, pero Rocko y Zim son cínicos, burlones, críticos y ácidos. Así que, después de tanto retraso, al fin tenemos la segunda de estas apuestas reinvindicadas: La Vida Moderna de Rocko: Cambio de Chip.

Siendo una de mis caricaturas favoritas de toda la vida, todo el crew de Rocko regresó para una aventura más. Es un mediometraje producido en formato de episodio especial que trata de situar la serie en un nuevo contexto, allá donde teóricamente se quedaron los dibujos animados clásicos. El final de Rocko elegido por Joe Murray nos mostró a Spunky, Filburt, Heffer y Rocko siendo expulsados al espacio exterior por culpa de un cohete que atravesó el hogar de Rocko. Ahora, en Cambio de Chip, han pasado 20 largos años y tras encontrar una forma de volver a la Tierra, Rocko y la pandilla deben adaptarse a los cambios drásticos que ha sufrido O-Town, aún sin ellos. Filburt y Heffer saben acoplarse bien a esto, pero Rocko no tolera el cambio absurdo y la nueva vida moderna. Lo único que tiene que lo hace sentir cómodo es su serie favorita: «Los Cabeza Gorda». Pero al darse cuenta de que ya no la emiten, entra en un colapso nervioso cegado por la nostalgia.

Al mismo tiempo, un error de contabilidad de Ed Cabeza Grande pone en quiebra a todo O-Town al distraerse por el regreso de Rocko. Ed se quedará sin empleo y sin casa si no halla una solución para salvar a Conglomo, y esa solución es muy simple: «Los Cabeza Gorda» fue una serie animada exitosa en los 90 y ahora es una serie de culto. Si se hace un ligero revival de «Los Cabeza Gorda» para vender mercancía producida por Conglomo, quizá O-Town pueda salvarse.

El problema es que Ralph Cabeza Grande, creador de la serie y el hijo de Ed, desapareció hace mucho tiempo en medio de un viaje espiritual buscando el sentido de su vida, y el ser feliz consigo mismo. Ahora es el deber de Rocko encontrarlo y convencerlo de hacer algo nuevo de «Los Cabeza Gorda» o no podrá soportar el vivir en una nueva era. Esta trama claramente tiene un alto nivel de metareferencias.

Cambio de Chip conoce perfectamente el motivo por el que existe: toda la película está llena de referencias al mismísimo Rocko y de guiños sobre la reacción de los fans. Si no existiera «Los Cabeza Gorda», incluso podríamos creer que Rocko está hablando de él mismo, porque tiene muchos segmentos que rompen esa cuarta pared. Una serie de los 90 salva la economía global y un tipo se perdió de un punto importante de la trama por buscar referencias. Pero dejando las referencias a un lado, es importante notar cómo la animación de los años 90 se atrevió a romper los esquemas de dirección y diseño de personajes. Las series experimentaron en todo aspecto posible, exagerando escenarios, reacciones, movimientos y ángulos. Sí, los 70 y 80 fueron importantes también pero su mayor aporte fue la experimentación que tuvieron las series con el manejo del color. Cambio de Chip nos trae esa alocada forma de dirección típica de los años 90 que es más que bienvenida y muy necesaria en estos tiempos.

Recordemos 1995: se estrenaba Toy Story, la primera cinta con personajes modelados en 3D, una novedad que marcó un antes y un después en el mundo de la animación. ¿Recuerdan que para 2009 Disney ya estaba planeando cerrar sus estudios de animación en 2D? Cambio de Chip expone la evolución de la industria animada tradicional a digital como lo que parecería ser una contradicción. Por un lado, los animadores 3D son representados como gente poco creativa y sin emociones y, por el otro lado, está Ralph, que trabaja a lápiz y resulta ser el genio creativo que salva el día. ¿Es esto contradictorio para una cinta cuyo mensaje es «No temas al cambio, todo evoluciona»? No. El sentido no es representar el avance 3D como un inhibidor del proceso creativo, sino plantear un escenario donde el mundo laboral enfocado a las relaciones humanas ha dado paso a otro donde impera la tecnología y, con ello, la competencia por los bajos costos de producción y los resultados más rápidos; es decir, representa la deshumanización del trabajo creativo.

Actualmente, desarrollar una serie animada es un trabajo bestial. Las casas productoras quieren que las cosas se terminen de forma más rápida, por lo que se hacen diseños de personajes más simples para entregar los resultados finales a tiempo. Razón por la que una serie ya no tarda más de un año en sacar una nueva temporada, y razón por la que las formas de los personajes ya no son tan complejas. Pocos son los proyectos animados a los cuales se les da el tiempo necesario en el caso de que utilicen un diseño de personajes complejo. Pocos son los proyectos en los que no se está apresurando irracionalmente al crew de animadores. Y ver Cambio de Chip es algo impecable. El trabajo del equipo de animación es de aplaudirse, y de hecho, hay un par de escenas en la película que destacan por comentarios muy fuertes contra la propia industria de la animación.

La cosa es que Cambio de Chip es un tremendo gancho izquierdo contra varios temas que la serie tocó en los años que se emitió pero con un enfoque basado en el cambio. Rocko no puede soportar los cambios del mundo en el que vive, necesita que todo se quede como lo conocía antes para ser feliz. Está aferrado a una vieja serie que va a ser relanzada para salvar una empresa que tiene como eslogan: «We still own you» («Seguimos siendo tus dueños») y que le da empleo a toda su ciudad. Como bien dicen en una parte, Conglomo representa el 95% de la economía de O-Town. Y mientras Rocko busca a Ralph por todo el mundo para tener esa pizca de satisfacción y paz interior, Ed observa cómo la industria animada se corrompe con producciones digitales automatizadas, esclavitud y explotación laboral basada en el capricho de unos pocos… Y es que acá viene un giro drástico en Cambio de Chip. Si Rocko está en un colapso resistiendo a los cambios, Ed está en uno mayor: al estilo del legendario episodio «I have no son» («No tengo hijo») en el que Ed no puede aceptar que Ralph no quiere trabajar en Conglomo y discute con él, Ed ahora descubre que su hijo se encontró a sí mismo y ahora es feliz. Pero ya no como Ralph… sino como Rachel. ¡Y esto es IMPORTANTÍSIMO! Porque este año la representación de la comunidad trans en series ha dejado de ser tratada «con pinzas» o como parodia absurda. Es un tema actual que es directo, nos interpela, y deja una linda lección al final. La aparición del personaje de Ralph convertido en Rachel no resulta forzada, sino que en esta cinta da un giro que aporta a los conceptos de evolución y cambio. Finalmente, Ralph, el creador original de «Los Cabeza Grande», se inspira en una escena familiar de su niñez para el reboot del programa. Acá es donde los mensajes de la aceptación de una mujer trans y la aceptación del cambio se conectan. Ralph está consciente de que él evolucionó, siendo ahora Rachel, y transfiere eso a su creación. Ahora la serie televisiva de «Los Cabeza Grande» reaparece con nuevos personajes y modificaciones en los diseños y, finalmente, Rocko lo acepta.

Con Hey Arnold, Nickelodeon ya había demostrado que podía traer de nuevo sus éxitos noventeros conservando la esencia, pero La Vida Moderna de Rocko busca transmitir un mensaje diferente. Y es que… ¿acaso no es esta serie el pretexto perfecto para hablar de nostalgia reflexiva? ¿No es Rocko el personaje perfecto para criticarse a sí mismo? El principal atributo de la serie noventera es su humor: es simple e incentiva a la reflexión. Recordemos que un producto narrativo es rico cuando su mensaje puede ser fácilmente comprendido por público de todas las edades, sin caer en la necesitad de reducirlo ni simplificarlo.

La ventaja de una serie animada con humor absurdo es que no necesita de una justificación. La Vida Moderna de Rocko es libre de lanzar críticas a diestra y siniestra sin necesidad de formularlas estructuralmente. La serie de Rocko empezó criticando la modernidad de los 90 con capítulos donde se exponían problemáticas de la época: falta de control crediticio, la adicción a la televisión y hasta la codependencia de pareja. La Vida Moderna de Rocko: Cambio de Chip conserva ese humor característico y expone una sociedad que enfrenta el cambio de milenio. Después de pasar 20 años en el espacio, Rocko quiere que su serie animada favorita «Los Cabeza Grande» regrese a la televisión, así que acuden a la productora para hacer la petición. La crítica funciona porque el consumidor se refleja directamente en la problemática. En este caso, el consumidor —nosotros— espera el regreso de La Vida Moderna de Rocko. Así que Cambio de Chip se presenta como una crítica a sí misma. Cuando Rocko y sus amigos se dan cuenta de que los nuevos creativos de «Los Cabeza Grande» renovarán el programa, emprenden un viaje para recuperar al antiguo creador, Ralph, y salvar la vieja esencia de la serie, ¿les suena?

La Vida Moderna de Rocko nunca tuvo miedo a hablar de temas controversiales o tabús. La serie siempre fue cínica y arriesgada con las historias a tratar, utilizando siempre el humor como arma para criticar a grandes corporaciones, a empresas que quieren nuestro dinero, a profesionales corruptos y burócratas, a familias disfuncionales, a problemas sociales importantes y hasta las perversiones casuales de las personas. Sólo que nunca fue tan explícitamente directo. Muchos de esos temas, como por ejemplo el de la infidelidad, eran escondidos con analogías. Cambio de Chip sigue con la tendencia de hablar de temas más maduros, sólo que ahora es directo, sin pelos en la lengua ni disfraces. Y aparte los adapta a nuestros tiempos modernos donde, por desgracia, seguimos siendo las mismas personas ridículamente impresionables. El cambio existe y no podemos, ni vamos a, detenerlo. Pero lo que no va a cambiar en un largo tiempo es la forma en la que funcionamos como personas. Y parecería que Cambio de Chip apuesta por una burla sencilla pero funcional. En lugar del tan esperado «¡Vamos a criticar al consumo, la tecnología y a las nuevas generaciones!», deciden no hacerlo. Cambio de Chip construye algo más complejo con una trama sencilla y que fue la razón por la que amé esta película: NO se burla de lo que está pasando en el mundo y sus tendencias, como nos dió a entender el teaser de la Comic Con. Se burla de cómo nosotros no podemos ser tolerantes con esos cambios. Se burla de cómo nos cegamos y nos resistimos a ver las cosas cambiar. Se burla de que no podemos aceptar que las cosas no van a salir como queremos, y eso es simplemente genial.

Todo evoluciona y nos aferramos a disfrutar lo entrañable de nuestra niñez o juventud, la necesidad de volver a una época significativa se vuelve latente. La Vida Moderna de Rocko plantea que todo cambia y nunca será lo mismo, pero eso no significa que no podamos disfrutarlo de una nueva manera. Con todo esto, podemos concluir que La Vida Moderna de Rocko: Cambio de Chip nos entrega una producción fiel a su predecesora en todos los aspectos (para enganchar a su público), pero con un mensaje que invita a aceptar las transformaciones.

Y hablando de transformaciones… no puedo cerrar esta review sin antes analizar un detalle importantísimo y que no puede ser ignorado, ya que salta a la vista. O más bien, se escucha al primer instante: el doblaje. Cuando una película, serie o anime generalmente de la década de los 90, o anterior, recibe un remake, reboot o un final que nunca vimos, es normal que a los fanáticos no les guste por varias razones, ya sea que el elenco cambió, que las animaciones no son las mismas o que la esencia simplemente se transformó. Esta «película», porque más bien es un especial, logró reunir a gran parte de las voces del elenco original, a diferencia de la ya estrenada película de Arnold. En mi opinión, no tendría que ser un logro, ya que debería ser una regla al momento de rehacer/homenajear algo, debería ser lo normal… Pero en fin, acá lo importante es, ¿qué tal estuvo el doblaje? Personalmente, el primer shock que me generó esta nueva apuesta de Netflix desde que puse PLAY fue el no escuchar la voz original de mi queridísimo Rocko. Pero tuve que caer en la realidad de que Carlo Iñigo, el encargado de darle vida a mi wallaby favorito, murió el 17 de septiembre de 2017.

Siguiendo con los principales, tenemos a Heffer, interpretado por Roberto Carrillo. Siendo él un actor con un timbre de voz muy particular, era impensable tener un reemplazo, por lo cual es muy agradable volverlo a escuchar porque se siente como si los años no hubieran pasado. Su voz es una de las más características que tenía la serie, y te transporta a aquellos días donde era transmitida por TV. También tenemos a Ernesto Lezama como Filburt. Él, al igual que Carrillo, es un actor con la misma particularidad en el timbre de voz, y su calidad actoral no ha disminuido ni un poco. En verdad me dió mucha nostalgia escucharlo… aunque no todo es bueno. A pesar de lo que muchos especulábamos, sí se contactó a Gabriel Chávez para reinterpretar a Ed Cabeza Grande. Sé Chávez está activo en el medio del doblaje actualmente, pero se escuchó muy extraño. Sí, él ya tiene su edad, pero aún así, aunque por momentos llega a dar el mismo tono de voz de antes, pareciera que por momentos desentona totalmente con los demás personajes. Pero bueno, su calidad actoral y el hecho de que conoce al personaje, hace que no se sienta tanto. También tenemos el hecho de que la señora Cabeza Grande es interpretada esta vez por María Giner, esto debido a que su actriz original, Guadalupe Noel, falleció este año. Recuerdo con mucho cariño la voz de Noel, pero tengo que admitir que Giner hizo un muy buen trabajo. Ciertamente hasta llega a emular el tono de voz que le daba Noel. Y ya quiero escuchar a Giner en Invasor Zim: el poder del florpus. En el trailer me dejó con una muy buena sensación, y sé que al igual que como lo hizo en Rocko, va a volver a hacer un excelente trabajo.

Algo que quiero destacar es, como ya dije, que se logró traer a gran parte del elenco original, y esto no solo se limitó a los personajes principales. Tenemos por ejemplo al Sr. Dupette, que fue interpretado por varios actores en la serie, pero decidieron usar a Alejandro Maya, lo cual me parece un gran acierto. Lo mismo pasa con el Gran Gran Hombre, interpretado por Jorge Santos, su voz más habitual. Chuck, el camaleón, por Carlos Del Campo… hasta algo tan anecdótico como Ed Cabeza Gorda de la caricatura de «Los Cabeza Grande» fue interpretado también de nuevo por Miguel Angel Gigliazza, e incluso Ralph, o más bien, Rachel Cabeza Grande, tiene a su voz original: Alfonso Bregón. No sé ustedes pero me anonada el nivel de cuidado de detalle, cariño y respeto que tuvo Alan Prieto al dirigir este proyecto. Sinceramente, se merece un aplauso. Y bueno, llegamos a lo inevitable… la voz de Rocko: esta vez interpretado por Héctor Gabriel Gama Peña. Puede que peque de nostálgica pero Gama no me gusta como Rocko. Entiendo que nadie podría haber reemplazado de manera exitosa a Iñigo, pero este nuevo actor en un buen tramo de la película se escucha como apretando la garganta, y me es muy difícil entender qué es lo que está diciendo. Esto, supongo yo, es porque apenas se habrá acostumbrado al tipo de modulación de voz que estaba empleando. Con el pasar de minutos de película poco a poco se nota que se va acoplando y comienzan a entenderse más sus diálogos. Pero de esto no culpo a Gabriel ni a Prieto, porque se hizo lo que se pudo con lo que había al alcance de la mano.

En conclusión, el doblaje se nota que está hecho con mucho cariño. Obviamente hay cosas que no son iguales, pero tal como dice la película: hay que abrazar el viento del cambio. Estoy más que contenta con el resultado y espero que esta alegría siga con la película de Invasor Zim.

VEREDICTO FINAL: Véanla YA. Es uno de los estrenos más importantes del año y probablemente sea reconocido y galardonado en la temporada de premiaciones. Es una película que tiene toda el alma de la animación noventera resumida en 40 minutos y es una bella experimentación grandiosa en todo aspecto posible. Inteligente puesta a punto del dibujo animado clásico, con un tema central bien definido y una crítica muy certera al integrismo «en contra del cambio». Sin embargo, su duración deja con ganas de más. El discurso, crítico y certero. La actualización de la animación, manteniendo la base y el estilo de la serie original. La duración del episodio se hace corta, demandando una serie en firme. Es muy autoreferencial respecto a la serie clásica.

La Vida Moderna de Rocko es ante todo una serie de culto. Cabe recordar que en España, debido a las dinámicas de las cadenas de los años 93 y 96 (época en la que se emitió en EEUU), no caló mucho en su momento, aunque con el tiempo se convirtió en una serie referente de dibujos animados absurdos y en uno de esos productos que era «para niños», pero que también manejaba mensajes sutiles destinados a los adultos. Esta misma fórmula la heredaron posteriormente muchas otras series tales como Bob EsponjaPhineas y Ferb o, salvando distancias en el tiempo, Gravity Falls o la nueva Patoaventuras. En muchos sentidos este planteamiento adelantado a su tiempo fue precisamente el motivo de que se cancelase varias veces, y de que sufriera el recorte de la censura. O, al menos, eso señalan bastantes fuentes a este respecto.

En este marco, este episodio especial bebe precisamente de la nostalgia de esta serie de culto, pionera en muchos campos y con una nutrida fanbase a sus espaldas. En muchos puntos podría decirse que se trata de un episodio redundante de morriña, alimentada por la añoranza y por la idea de que «todo tiempo pasado fue mejor». Y no solo en cuanto a forma, sino en contenido. Aunque eso sí, de forma nada gratuita y sí de manera muy inteligente.

De este modo, La Vida Moderna de Rocko: Cambio de Chip construye un discurso muy meta-narrativo de autocrítica, tanto por la propia naturaleza del episodio como por las reacciones desproporcionadas y fanatizadas de cierto tipo de aficionados a series y dibujos animados. Y, mientras, se permite coquetear con la crítica a la sociedad de hoy en día y a los vicios que vivimos: películas de superhéroes hiperviolentas y exageradamente dramatizadas, abuso de redes sociales, consumo de productos de dudosa salubridad, la producción de remakes a cargo de estudios malpagados y de guionistas mediocres, etc.

Por otro lado, que la animación sea la misma que la de hace veinte años a nivel estético es un regalo para los fans que se han mantenido fieles todo este tiempo. Eso sí, valiéndose de las técnicas actuales, se nota una enorme calidad en la producción, con un mejor acabado y un tránsito entre frames más fluido y atractivo para el ojo.

Quizá podamos sacarle en falta el hecho de que los 45 minutos que dura sepan a poco y haga que el cuerpo nos pida más episodios de Rocko en el futuro. También que sea un episodio muy autorreferencial, cuyos puntos únicamente pillarán los fans más obsesivos y antiguos, hacen menos asequible su disfrute. Con todo, ya les dejé claro que tiene nuestro sello de aprobación, tanto en la forma que se le dió como en el fondo en que se ha desarrollado.