Card Shark – Review

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No es novedad que los juegos de cartas vienen siendo tendencia y han ganado gran popularidad en estos últimos años. Ya sean aclamados títulos indies como Inscryption o Hand of Fate, o pesos pesados como GWENT, Yu-Gi-Oh! Master Duel, Hearthstone, Magic: The Gathering Arena, Legends of Runeterra y Shadowverse (en Japón), no hay dudas de que el género está más presente que nunca y que hay una gran variedad de temáticas para elegir. Al mismo tiempo, muchos títulos usan las cartas o los mazos de cartas como mecánica base o complementaria en muchos roguelikes tales como Slay the Spire, Monster Train o Loop Hero.
Es por eso que con un mercado abarrotado de juegos de cartas, Devolver Digital en conjunto con el estudio Nerial (los creadores de Reigns) y el artista e ilustrador Nicolai Troshinsky, nos traen Card Shark, una aventura ambientada en Europa en el siglo XVIII que, si bien tendremos que aprender el valor y el palo de las cartas de póker, tiene como objetivo brindar una experiencia que se pueda disfrutar por cualquier persona, incluso por aquellas que nunca han jugado un juego de cartas.
Protagonizado por la enigmática figura del Conde de Saint Germain y su astuto ayudante mudo, Card Shark propone algo totalmente diferente al resto de los juegos de cartas al enseñarnos no a jugar un juego específico (ya que en realidad nunca se sabe a qué juego realmente estamos jugando) sino el arte de engañar a nuestros oponentes mediante un gran repertorio de trucos de cartas. Al comienzo parecen sencillos y no son un gran desafío pero, a medida que avanza la historia, se van agregando variantes o combinaciones de las mismas que nos harán replantear nuestras estrategia y sudar un poco mientras lo hacemos, ya que el tiempo con que ejecutamos las acciones es un factor determinante para la victoria o derrota. En total aprenderemos 28 maniobras para burlar o vencer a nuestros enemigos, incluyendo algunas que no involucran cartas como la pelea con espadas y otras adicionales que no queremos spoilear.
Si bien es primordial tener buena memoria para jugar Card Shark, los controles también juegan un papel importante. En los requisitos de Steam y al iniciar el juego, hay un aviso de los desarrolladores recomendado utilizar un gamepad, y en este caso debo admitir que es aconsejable usar uno, ya que los controles con mouse (el teclado no se puede usar para nada) son un tanto rígidos e incómodos, y hasta resultan adversos al hacer ciertos trucos (como el de mirar las cartas del adversario con un espejo y tener que hacerlo con los ejes invertidos). Otro problema de usar el mouse es que hay que ser muy preciso al hacer clic en la mano u otros objetos que se desbloquean más adelante (como la copa de vino o un abanico) para elegir los palos de las cartas o la cantidad de las mismas. Muchos trucos consisten en pasar esta información (o incluso meter una baraja alterada o marcada en el bolsillo) disimuladamente a Saint Germain, y el mouse definitivamente no ayuda en nada a lograrlo con rapidez y precisión. A raíz de esto, los movimientos que nuestro protagonista hace pueden resultar poco natural y hasta robóticos, y termina arruinando un poco la experiencia general (tanto de gameplay como visual) tanto por los contratiempo de los controles como también por la falta de espontaneidad o fluidez en los movimientos.
Las tres dificultades de Card Shark (Diletante, Jugador, o Tramposo) se basan en el tiempo que uno tiene para ejecutar los trucos (forzosamente) necesarios para cada ocasión, por eso es que es imperativo aprender bien los controles y dominarlos lo mejor posible, más aún si jugamos en difícil y/o con mouse. Mientras más tardemos en hacer una acción o más apostemos, los oponentes sospecharán cada vez más al punto de darse cuenta que los estamos engañando en caso de que la barra de sospecha llegue al final. En algunas partidas tendremos que ganar tres o cuatro veces dependiendo del adversario, pero siempre está la posibilidad de hacernos perder una vez para menguar la desconfianza de los aristócratas, y aún así obtener el resultado deseado.
Más allá de las ingeniosas tretas, lo que hace llevadero a Card Shark es su narrativa con significativas cuotas de humor y su enigmática historia (alternativa) de la prerrevolución francesa, que poco a poco va tomando color y nos incentiva a seguir jugando solo para conocer el desenlace del gran misterio de «Las Doce Botellas de Leche», una teoría del Conde de Saint Germain que buscar exponer la verdad sobre los monarcas franceses. Para ello, no solo recorreremos gran parte del territorio francés, sino que también viajaremos a otros países de Europa como Alemania y Suiza en busca de pistas sobre la conspiración, al mismo tiempo que conoceremos nuevos adversarios más astutos que nos obligarán a aprender y usar nuevos trucos. Incluso habrá instancias en que los contrincantes también harán trampa y tendremos que saber discernir las cartas de los farsantes con lo ya aprendido por cuenta propia.
La producción audiovisual de Card Shark sin dudas es muy original, pintoresca e incluso agradable a la vista y los oídos. Por el lado gráfico, cuenta con la experiencia de Troshinsky, quien creó un vibrante estilo con toques de acuarela a través de la monoimpresión, un proceso que consiste en estampar formas individuales de pintura antes de superponerlas una encima de la otra, formando así las coloridas escenas (y las cartas) que se ven en las imágenes. En cuanto a su música, la banda sonora compuesta por Andrea Boccadoro (conocida por su labor en Atrologaster) cuenta con más de 40 temas grabados con una orquesta en vivo, y evoca a la perfección la temática de la época con partituras originales y piezas históricas.
Lamentablemente, el mayor problema de Card Shark, además de los ya mencionados controles con el mouse (en caso de no querer usar un gamepad), es que el juego se siente como un tutorial interminable y solo en algunas instancias podemos hacer uso de todos los trucos aprendidos sin que el juego nos lleve constantemente de la mano. Por un lado es atractivo ver cuál es el próximo truco que aprenderemos, pero por otro termina siendo un martirio que nunca deja que el jugador experimente todo lo aprendido por sí solo. Solo en las mesas de apuestas de ciertos campamentos podemos hacer uso de nuestras facultades (cuyos trucos a elegir para cada mano se presentan de manera aleatoria) sin depender de recordatorios reiterativos, pero dado que acumular mucho dinero no tiene ninguna ventaja aparente, tampoco hay mucho incentivo para utilizar lo aprendido sin ataduras.
Es difícil ponerle un puntaje a Card Shark (pero lo tengo que hacer de todas formas) ya que es algo atípico dentro del mundo de los videojuegos. Por un lado se deja disfrutar por su carismática presentación audiovisual y su narrativa, pero el gameplay propiamente dicho no es lo suficientemente entretenido ni acompaña la historia con un buen ritmo, ya que este se ve constantemente interrumpido con nuevos trucos, que cuando no logramos hacerlos correctamente (ya sea por falta de reflejos y/o controles), termina siendo por momentos frustrante. Por eso es que en definitiva, puedo recomendar Card Shark a aquellos que busquen una entretenida aventura interactiva cuya jugabilidad está basada en nuestra habilidad para recordar lo aprendido y ejecutar las acciones con rapidez. Es uno de esos juegos en donde uno se enamora de principio por su temática (en este caso el arte del engaño con cartas) o simplemente no tiene paciencia para andar recordando cada truco, mucho menos cuando la memoria no está de nuestro lado.
Este análisis fue realizado con un código de prensa proporcionado por Devolver Digital/Nerial.


Rosario. Santa Fe. Argentina
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